Dos universitarios malagueños patentan una mampara para que la hostelería gane aforo sin descuidar la protección frente al Covid-19

Alberto Domingo (19 años) estudia segundo de Ingeniería Industrial en Tecnun, Escuela de Ingenieros de la Universidad de Navarra con sede en San Sebastián y su hermano Emilio (23 años) termina este año el grado en Arquitectura en la Universidad de Málaga (UMA). Uno y otro, preocupados durante el confinamiento sobre cómo sería la vuelta a la normalidad, decidieron aunar conocimientos y desarrollar un proyecto para evitar el contagio de coronavirus en espacios abiertos. Aquella idea surgida de una inquietud familiar y que posteriormente fue tomando forma como concepto ya está registrada en la Oficina Española de Patentes y Marcas con el nombre de MyMampara.

Se trata de una estructura hexagonal de aluminio y policarbonato o vidrio laminar, transparente y ligera, con bisagras para que pueda plegarse y desplegarse fácilmente y adaptarse al espacio disponible en cada momento. Con ello, estos malagueños consiguen que el establecimiento gane metros de aforo sin descuidar las condiciones de seguridad, «ya que las mamparas crearían un efecto mascarilla entre los comensales de cada mesa», aclara Alberto. Asegura este estudiante de Ingeniería que el restaurante podría pasar de tener ocupado un 60 por ciento de su espacio a un 90, «lo que se traduciría en más mesas y más beneficios, que compensaría en apenas unas semanas el esfuerzo inversor en la adquisición de las mamparas». Tras un estudio de costes, los hermanos Domingo calculan que el coste de fabricación rondaría los 550 euros y que el precio de venta estaría alrededor de los mil euros.

Los promotores de MyMampara están convencidos de que su proyecto es una «buena solución» al gran problema de capacidad y seguridad que tienen los hosteleros actualmente. «En un país como España donde el turismo representa el 15 por ciento del PIB, este sector juega un papel clave en la recuperación de la economía y nosotros queremos ayudar en ese proceso», defiende el joven malagueño. Pero su proyecto se topa de frente con la ley, que impone los dos metros de distancia de seguridad. «Nuestra idea es que con la protección de las mamparas, las mesas no tuvieran que mantener estrictamente ese espacio de separación. Creemos que ya no sería necesario, porque los usuarios estarían a salvo del virus, y el local ganaría espacio para colocar más mesas», explica Alberto.

Por eso, aparte de registrar su proyecto, necesitan una flexibilización de la ley «para que siempre que la protección esté garantizada, los hosteleros puedan disminuir la distancia entre mesas y aumentar con ello su margen de beneficios». «Para beber o comer te tienes que quitar la mascarilla y los dos metros de distancia se me antojan poco eficaces. Quienes definen las normas de protección deberían tener esto en cuenta. Con estas mamparas, el virus encontraría obstáculos físicos, reduciendo el riesgo de infección entre los consumidores». Añade este estudiante que, además, «las marcas pueden incluir sus logos o publicidad en las mamparas como hacen actualmente en el mobiliario de terrazas y toldos. Por tanto, con la colaboración de los fabricantes de bebidas y con directrices más flexibles por parte del Gobierno a la hora de diseñar medidas inteligentes, el sector de la hostelería sin duda se recuperaría antes».

Pero mientras tanto llega esa posibilidad, que se antoja «complicada», piensan que la viabilidad de su proyecto puede estar en otra de sus funcionalidades. Y es que estas mamparas funcionan también como cortavientos. Un hotel de Sierra Nevada ya ha mostrado su intención de adquirirlas para el próximo invierno.

FUENTE: DIARIO SUR (SUSANA ZAMORA)